Las ruinas del Morurco, podría ser el título de una novela de ciencia ficción existencialista que está circulando en universo paralelo. En este, nuestro mundo, el Morurco es una pequeña montaña estratovolcánica que está unida al colosal Cíclope, Doctor Araña o Cotopaxi. Hay una fotografía fenomenal, con la atmosfera despejada, que nos dejó el ya mítico señor Kantoborgy desde la cumbre de la Tioniza. (Acorde con las leyendas que se transmiten en las ondas largas de la radio-libre de Olegario Castro, el montañero Kantoborgy desapareció en acción ascensionista nocturnal en la espantable muralla sur de La Diosa Madre de la Abundancia. Se especula que transmigró a leopardo de las nieves, o mejor aún, se convirtió en dragón fractal; también se sospecha que vaga por recónditos riscos del Himalaya, tal como fue en su apariencia humana, con el beneplácito y amparo de los dioses himaláyicos). En esa memorable imagen panorámica aérea, se observa a la roca cimera del Morurco siendo sujetada por el gigante nevado. El Morurco, se asemeja a un castillo en ruinas o a una muela ceniza que se le desprendió al Cíclope, en cualquier instante de violencia magmática y piroplástica del millonario volcán pudo haber sido escupida a la intemperie. Las imágenes y notas que siguen son de los paseos diletantes del señor Lovochancho.
“Caminando por esos mismos pagos en una mañana radiante”. Lch
“Cóndor a la vista. Es todo un acontecimiento ver a esta emblemática ave carroñera al borde de la extinción, la que apenas hace un siglo era observada en manadas por el superpáramo, aun en el Rucu Pichincha que decora la capital del Ecuador”. Lch
“Pájaros bañándose en verde remanso”. Lch