Desde el panóptico “Lorenzo Ponce”
A mis amigos autores-editores de Bípedos Depredadores, envío tardíamente, el primer mini-capítulo de Génesis del Ratowhato, era mi deseo hacerlo por las fiestas Octubrinas de la bella Guayaquil, ciudad de hermosas mujeres, y generadora de riquezas para el hoy diminuto país; pero el técnico que contraté para pintar de fondo blanco y con letras rojas, el teclado de mi ordenador se retrasó en su trabajo. Luego, el informático demoró en enseñarme o quizá yo en aprender a escribir en fondo blanco y con letras rojas. Detesto la oscuridad.
Génesis
En el principio del tiempo y de todas las cosas, todo era oscuridad y aquello producía un profundo asco en Ratowatho. Así que llenó el espacio con muchos soles, que lamentablemente emitían una despreciable y amarillenta luz. Huyendo de ello, optó entonces por ir a la luna rocosa, no le gustaba su arena grisácea, pero prefería a la negra roca calcinada, de allí bajó a las playas del planeta tierra, aquellas de blanca arena, pero el amarillo sol lo perseguía por doquier y cuando no estaba radiando, entonces la oscuridad lo invadía todo. Como defensa le creció cabello y bellos negros y pelos hasta en sus párpados. Sus pies se llenaron de callos de un repulsivo color amarillo, de algo sirven se dijo, pues antes el contacto con el negro suelo hacía aflorar sus blancos huesos.
Y eso fue el principio de todos los males para el inefable Ratowhato, también conocido como El Güite, sabemos por las antiguas leyendas que su nombre más común podría empezar con la letra B, pero no lo podemos pronunciar pues somos parte de la oscuridad y hacerlo podría exterminarnos. Todo es oscuridad menos El Güite.
No puedo continuar, lo haré después; la sola idea de que ya mismo debo ir de paseo al museo, premiado por mi buen comportamiento, y dentro de esas cajas de llantas negras y de carcasa amarillenta, en cuya parte superior con enormes letras de color negro dice TAXI, me ha quitado la inspiración.
Estimados amigos de la Editora Irreverente, que luchan en contra de la estupidización humana, gracias les doy por no presionarme a enviar más escritos… me dejan ir conforme puedo, les perdono sus publicaciones con negra letra, pues al menos utilizan un blanco fondo… supongo son sus límites. Y sobre la instrucción que me han enviado acerca de que con tres publicaciones me harán el honor de listarme en no sé qué MENÚ, les digo que no me provoca la más mínima reacción mental. Con una publicación simple basta, más por seguro terminaré hostigado; a la final lo importante es el cómo YO me siento.
Ahora, algo más relajado puedo escribirles. He pasado unos días, envuelto entre sábanas blancas, ataviadas con tanta fuerza que me han bautizado como La Momia Palacio. Momia blanca.
Los especialistas estudiosos del cerebro aquellos sicocos-quiatras (dispensen ustedes, es que me repugna escribir la palabra correcta) han dicho en alta voz, que enmomiarme evita que haga trizas al que ose cruzar mi puerta. Que poco me conocen, claro por seguro ellos mismos no saben quiénes son.
Al fin tengo fuerza para hablar de El Güite e intentar continuar con su Génesis, haciendo uso de mi blanco teclado pintado con el abecedario en color rojo. No sé si pueda enviarles algo más, el informático me ha contado mientras trataba de enseñarme el cómo operar este aparato, que el elemento principal de la electrónica interna, es una asquerosa arena negra llamada silicio. He mandado enmomiar con blanquísimas y fuertes vendas a la caja que contiene tan espantosa materia. He notado que se calienta un poco, no me importa, supongo es el contacto con la pureza del blanco.
Génesis de El Red.
Desdichada criatura es el Ratowatho, quien vaga por entre las ruinas de un mundo que empieza a poblarse de otros seres, todos oscuros o conformados por algún mineral de color desagradable. Todos huyen de la presencia de El Güite, la luz que de él emana es tan blanca y poderosa que enceguece inclusive a aquel amarillo y furioso globo que a todos los demás tanto bendice. Vómito constante le produce el tener que vagar en este mundo, siempre camina cerrando sus ojos para no contemplar sino únicamente su blanquísimo interior; sus fluidos al caer sobre el negro suelo se convierten en diamante, ése tipo de roca sí puede pisar sin que le cause el menor daño, por ello se ha visto forzado a llenar de vómitos por doquiera que vaya, para al menos así tener donde recostarse a descansar, pues el señor Ratowatho jamás duerme, solo descansa.
El Güite ha decidido enfrentar al SOL, en su infinito poder quiere cambiarlo por una estrella de neutrones, una enana blanca, así evitará la amarillenta luz. Su primer encuentro de largo tiempo con la luz solar lo dejo hecho un camarón. Ya escucha su nuevo nombre, por doquier ahora le llaman El Red.
Basta por ahora, las imágenes topológicas invaden mi mente, las formas de las blancas vendas que antes tenía envueltas en mi cuerpo, capturan nuevamente mi atención y logran que me quede girando gustosamente sobre la nívea y única superficie de una banda Möbius.
Con aprecio y desprecio por la negras letras que usan, desde las tinieblas humanas
Julio Palacio
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