El nombre nativo quichua de la laguna de QUILOTOA nos puede llamar la atención, pero debemos conocer algo de su geología, caminar por el sendero que rodea el cráter de la caldera y observar las rocas.
Vemos que las paredes de la caldera están constituidas de granito, no es el basalto negro de los Pichinchas, Tungurahua y otros, tampoco la roca azulada de la dacita del Imbabura. Como su erupción fue alrededor del año 1.200, en la época de los Incas la caldera nos mostraría las rocas blancas del magma de granito que esta constituida, de allí su nombre KIRU= DIENTES.
Ahora la superficie de la roca está meteorizada en amplios sectores y presenta una coloración negra, pero por dentro sigue inalterable el mismo material de granito con inclusiones de cuarzo blanco. Esto explica la apariencia negra de sus paredes.
La ceniza de este volcán es blanca, riolítica, de ahí su alto poder explosivo, VEI 6, pero una sorpresa en la circunvalación de la caldera es encontrar un sector de arena blanca mucho más fina que la de otros volcanes. Parece una pequeña playa.
Todas estas sorpresas nos permiten ver las diferencias de este volcán blanco como los dientes de una princesa y con poder explosivo muy superior a los volcanes activos de nuestro país. El bajo contenido de hierro de sus rocas lo vuelve más inalterable y durable (menos oxidable) que los restantes del país. De estos hablaremos en otra crónica.