Resurgimiento de amapolas
El tiempo disolvió su porcelana fragmentada
entre el amanecer y tú.
Y como el fuego
la razón dejó cenizas
que transmontan mariposas acróbatas
de cumbres infinitas
en el beso y su encina
Aquella vez,
el viento trajo tu nombre
y tu ofrenda condujo mi paso
en cuanto que la libertad
se volvió en contra
con irrevocable alerta para la calma.
-En desconfianza y extravío
se volvió tu palabra.-
De tal manera me viene la ternura
con su estructura de forma
con su complicidad
y complacencia.
-Para incluir en un racimo de violetas
junto a los recuerdos – la –vida-
Lejana certeza
que no es otra cosa
-una especie de atadura-
La voz más apagada que nunca
es un silencio que ensordece
es una enorme pausa reflexiva.
Los sentidos estáticos fortalecen
como balanzas equilibristas
como acciones casi inexistentes
como destino inexplicables
como memoria en silbido.
Con la madrugada
con el cielo
con el vació cuajado de astros
solo la noche- nos queda-
-solo un constante ángel en espera.-
Te confío
Te confío mi piel y la mirada
La frágil textura de los relojes
Mi mano y el monte húmedo de mi entraña.
Te confió el amanecer y la caricia
La tempestad de mi alma
La sensatez de los amaneceres
Te confió mi camino y la angosta cima
La lluvia y el cálido viento impregnado en el rostro
El ruido de las hojas en el verde salvaje de tus ojos.
Te confió la sonrisa y la palabra
Lo tuyo y lo mío
Los límites perdidos, el borde de tu estructura.
Te confió el canto de cigarra
El vuelo de gaviota
El silencio enternecedor de la distancia.
Encuentros
Muerde mi deseo
Y satura el tacto con la luna
Que te espero:
Loba nocturna
Con mi tiempo que destiñe urgencias
Con mi límite absoluto de fronteras
Aves
Y
Montañas
Absorbe humedades purpuras
Camina por mis valles
Empinadas cúspides y holguras
Sombras
Claridades
Y
Penumbras
Con tus cejas llenas de espesura
Con tus pupilas carnales
Con tus rojos labios
Con tus manos
Con tus poros febriles amansando los silencios
¡Encuéntrame!
Separados
Al nacer de ironías
el sabor a puerto
se mece en fragilidades
los besos y la luna
en estampida
porque para el alma inquieta
la calma es una señal eterna
la rosa y la espina
la luz de las luciérnagas.
Dos palabras prudentes
para el bosque de tus ojos
para la frescura de tu labio
mis horizontes de vuelos inmensos
lo mejor de mis alas
la caricia de tu abrazo
la señal perpetua.
En el viento el pretexto es tu desnudez
una silueta plasmada en papel
lo ajeno en estructura de flor
tu piel sumergida en rincones
tu aroma de astro que no se olvida
el significado de la primavera
es un trozo de finales
en espera.
Imagen, recorrido
antojo
el tiempo
en el instante
en donde -te quedas-.
Manifiesto
Me niego rotundamente perder:
La encelada de los rocíos ceñidos en auroras voraces
El impertinente golpe del viento sobre mi cara
Y mis sueños despeinados por la prisa.
Me niego rotundamente evitar:
La pretensión de los relojes estacionarios
La posición de mi cuerpo sobre tus poros húmedos y cansados
La desvergonzada circunstancia que proporciona dagas de besos dulces y jugosos
Rincones de brazos maniatados a los míos
Espacios escurridizos en callejones colmados de ternura.
Me niego rotundamente dejar de sentir:
Los potros escaladores y su cualidad categórica
Las praderas cargadas de abedules en retoño
La fertilidad de las palabras y los silencios.
Me niego rotundamente dejar de ser:
El pretexto válido
La vida en una suerte de esencia extrema
La fortaleza constante e incondicional.
La humedad y tu nombre
Olvido la muerte
te atrapo en mi mente
recuerdo.
En mi cuerpo se envuelven simulacros de pasión
y al terminar me queda
la ausencia compartida
la terquedad de tus razones
mis labios satisfechos
y tus besos.
Como una plegaria nace tu nombre
Se mezcla con la noche
en un sello imborrable
Se estampa!
En el punto central de mi pupila
En el filo doliente de mi paciencia
En el antifaz oculto de mi alma.
Hoy la humedad es la causa
de mi odio vencido
abrazando el límite
de mi amor perdido.
Es la fuente desparramada de estrellas
En mitad de mi noche de olvido
Y soy el por qué?
de una luna empapada en ternura
Que busca en tus brazos el refugio.
Hoy la humedad es un manto
que acuna la fragilidad
de la muerte ciega
Es un punto de partida que intimida
Es el temor de un corazón enorme
Con su latido en una lágrima
y mi cuerpo vivo.
Deja que te sienta
Deja que te sienta
como si yo fuese el aire
que roza el endurecido músculo
de tu abrazo, para caer
como una cascada vitalizada
entre tu pecho y tu alma;
entonces, mis manos como el águila
abrirán sus alas para llevarte
a un nido de deseos y ternuras.
Entre nuestras almas
el cielo romperá su río encausado
para mojarnos con sus estrellas.
Deja que te sienta este sin saber
de propuestas y expectativa
como si pudiera importar
una respuesta o su negativa.
Será mi boca una manzana en Apocalipsis
de momentos y plumajes.
Deja que te sienta con mis ojos mariposas
cuando la flor es un néctar
en la justa simbiosis de tu piel.
Será nuestro cobijo un reino
en primaveras extensas
con el espacio roto por tu cercanía.
Deja que te sienta con mi pecho manantial
en donde reposan la noche y el amanecer.
Será la claridad de tu caliente figura
un volcán y yo la tierra con sus surcos encendidos.
Deja que te sienta en tus palabras
llaves de mis emociones y movimiento.
Haremos un hogar con la calma de un amor
fresco como una comunión de sueños
en donde se interrumpe el límite de mi cuerpo.
Memoria en soledad
La soledad me ha traído la luna;
El canto del alma que emerge
La profundidad inaudita de la nostalgia
Y la fragancia del arrecife desde la altura.
La soledad se ha vuelto memoria y compañía,
Se abandona a esta muerte insegura
Y es el agua en todas las formas la que satura.
La soledad ha buscado refugios ajenos
Apagando la estrella en un cielo encadenada
Perdiendo su antítesis en rincones perfilados
Encontrando espejismo en mitad del recuerdo.
La Soledad se ha embriagado de olvido;
Resurrección vacía de conquistas
Músculo blanco y dormido.
Y tú: la penumbra,
la última oportunidad
y mi consecuencia viva.
Dedicatoria de un abrazo
Abraza
el poro de mis humedades,
el infinito universo de claro y oscuro
que es un sonido susurrador de costumbres,
presiente el estreno de mis versos.
Abraza
la soledad aniquilada y encuéntrame:
en tu tacto estremecedor de ternuras,
en la calma de mi pulso,
después del aliento posado en tu cuello.
Abraza
el alma de mi cuerpo,
mueve mi voluntad ansiosa
que yo, colgaré de la estrella un faro
atado a la emoción y al pliegue exacto
en donde te doy la vida.
Abraza
la claridad vigilante de encuentros
que en la aurora encontrarás mi rostro
y mi beso de amor perdido en figuras.
Escenas de un final
I
Es el momento de los sucesos:
A veces creo fallar a la hora
Y estiro retazos de coraje
Como si en su elasticidad
Pudieran caber mariposas.
-¿Aleteos impuros de supervivencia
A qué muerte pertenecen fieles?-
Y voy como el polvo de la arcilla indomable
Espectro de molécula
Que cubre la cara de los amaneceres
Como si lo de la rosa fuese cosa de primaveras.
Mis páginas llenas de versos escurridizos
El Deseo por el beso que embriaga
-Que atesora-
Más, existe la calma
Como una insospechada estación
Y mis manos quietas
Y tus latidos mudos.
¿Hacia dónde emigran las gaviotas y sus vuelos?
Recuerdo la sal de mar
Y no merezco tal ausencia
Si al menos el cielo me comiera
Me sentiría suya
En su bocado de nube
-Obelisco de empinada mirada.-
Se rompe la fiebre encendedora de mis lámparas
Y quedan destellos fugaces de estrella
Y el infinito tiempo se hace ajeno
Y tiemblan los labios de tanto silencio.
Queda la ternura para encubrir mi capullo
Y más nada
Como si se tratara de un punto
Y aparte.
Callaste!
Mi oído perdió el derecho a escuchar tu voz
Y los timbres que empujaron mis relojes
Se quedaron mudos
¡Así te perdí!
– Atmósfera y tierra-
Con el agua que llenó en su fuente
Las ilusiones prendidas de vacío
Y apenas en su reflejo
He quedado ensordecida.
¡Muere última gota de sentimiento y de palabra!
¡Muere hasta anidar las raíces que surcan
Mis poros tupidos!
Para que entonces yo
Pueda llorarte en un suspiro
Y en mil finales caí
Golpe
Rebote
Golpe
Y tú que no querías más despedidas
Me has creado una
Y yo,
Ya Sola,
Te complazco.
Poesía de Iovana Jaramillo Valdivieso