Acerca de las distopías en ecuador, y no es una diatriba.
Las tecnologías de la información y comunicación (TICs, por sus siglas en inglés) permiten desde hace algunos años, como mínimo desde hace diez años, que los laboriosos hagan sus tareas desde donde puedan conectarse a las plataformas informáticas de las empresas para las cuales trabajan. Es decir desde cualquier sitio en donde se disponga de una conexión a Internet.
En este pedacito de planeta llamado Ecuador, tardíamente que es lo normal, el Ministerio del Tosco… disculpen, Ministerio del Trabajo, ha hecho un esfuerzo sobrehumano y seguramente en varias reuniones álgidas y de larga duración, con sus más “expertos” colaboradores, llenos de titulejos es de suponer y cabe mencionar para evitar se resientan; como resultado entonces han emitido el decreto que regula el teletrabajo. El resultado como era de esperar es un mamotreto producto de la disociación cognoscitiva de sus “expertos” y por supuesto el resultado está plenamente cubierto con el espíritu distópico que dictan los leguleyos o “abogadillos de mente ratonil”. Para ejemplificar el disparate bastará con mencionar que por ejemplo exigen que el trabajador disponga de un solo sitio físico desde el cual, luego de ir a husmear unos cuantos empleadillos, lo aprobarán o no como sitio físico para usarce de sitio de teletrabajo, lo cual en sí mismo es una contradicción. Claramente existe un abismo mental y tecnológico insalvable, puesto que por ejemplo, desde el campo base del Chogori, o del Nanga Parbat, puedo tener conexión a Internet de forma satelital y hacer cualquier teletrabajo, no se diga desde una cafetería en el Panecillo ubicado en la ruidosa y humeante capital. También lo puedo hacer desde la muralla China, o desde Thingri (ex- Tíbet) conectado con tecnología 5G, o desde el paisito de las «últimas cosas» en medio de algún torrente del Colorado, y si me viene en gana también mientras cuelgo de alguna fisura en el Capitán… claro aunque sea con tecnología 4G.
Y por si fuera muy poco la absurda reglamentación, además también exigen: Demostrar Seguridad y Salud Ocupacional, silla y escritorios ergonómicos (hoy los modernos sitios y muebles de trabajo permite trabajar de pie, por tiempos a elegir, y eso es lo correcto, pero obviamente los entes burrocráticos ignoran todo esto), sistemas anti-incendio, energía regulada… un verdadero Centro de datos. Todo esto son cosas que las oficinas burocráticas NO brindan a sus empleados; ergo exigirlo a quien desea el teletrabajo, se constituye en un acto de doble moral, doble discurso, en algo viscosón y repulsivo, etc. etc.
Lamentable el decretillo del Teletrabajo, y más cuando cada ente burrocrático lo interpreta a su gusto y placer, añadiéndole más espíritu maligno, no es más que la típica pseudo-normativa interna que refleja y con intensidad, lo que en realidad constituyen estos entes burrocráticos, la epitome de la estulticia.
Lo que se pierde es mucho, por ejemplo, se pierde el mejorar la calidad del aire reduciendo los desplazamientos (a ver si aprenden a calcular la huella de carbono) en los transportes públicos que son para no-humanos, y también de los privados; se pierde mejorar en algo la calidad del aire que respiramos todos, se pierde la oportunidad que el trabajador tenga menos estrés….la lista es enorme, pero los “expertos” carecen de capacidad cognoscitiva.