Llega en fin a cerrar el variado
Círculo estacional, el crudo Invierno:
Triste aparece, fúnebre y sombrío,
Acompañado por el tren horrendo
De su tremenda pavorosa corte
Las borrascas, relámpagos y truenos.
Sed hoy el caro objeto de mis cantos,
¡O vosotros, que a grandes pensamientos
Y a las meditaciones celestiales
Eleváis el espíritu en silencio!
Salve, tinieblas lúgubres amigas,
Horrores agradables aunque fieros,
Salve… Durante la mañana alegre
De mi florida juventud, inquieto
En dulce soledad, que no apreciaba,
Alimentado fui: de fuego lleno
Y de vivo placer me deleitaba
En cantar de Natura los misterios
Y sus beneficencias soberanas:
Recorría también vuestros inmensos
Sacrosantos espacios y dominios:
Vagaba por las nieves de contento,
Cual las cándidas vírgenes tan puras,
Y yo tan puro como el puro hielo:
Escuchaba el silbido de los aires
Y el resbalar de los torrentes gruesos:
La gran fermentación también veía
De tempestades turbias con imperio
Prepararse al principio de las noches,
Y encapotar los vastos hemisferios.
Así pasaron mis tempranos días
Hasta llegar el plácido momento
Que entre alboradas mil la Primavera
Sus dulces gracias y matices bellos
En los brillantes pórticos fogosos
Del medio día desplegó riendo.
James Thomson.