Los pesares del «primer mundo» El tercero es el jardin europeo
El ambiente está pesado
con crespones en el cielo,
con camisa a medio duelo
suda y suda derrotados.
El ambiente achicharrado
por el clima y los olores
que producen los motores
nos desgranan la esperanza;
y la poca de confianza
se diluye con sopores.
¡Sí señor! estamos fritos,
en el fondo del abismo
donde muere el optimismo
entre tanto soplapitos.
En tinieblas y entre gritos
se hacen agua los helados,
se corrompen los pescados
y el calor sin los inviernos
nos confinan al infierno
a purgar nuestros pecados.
¡Mala pata! ¡mala suerte!
dicen unos, mascullando,
mientras otros insultando
al gobierno por la muerte.
Somos piedra, ser inerte
sin la luz y su corriente,
somos seres indigentes
en procura de un milagro,
de diluvios en el agro
donde el fuego es inminente.
Todo pudo remediarse
hace meses, dicen unos,
más parece que ninguno
hizo nada y congraciarse.
¿O será de acostumbrarse?
o será de hacerse el loco
cuando vemos que los focos
no nos sirven para nada
y el auxilio es pendejada
para “unito” mal del coco.
Sin embargo y tontamente
hace chistes súper malos
como “echarse los tres palos”
y otras vainas indecentes.
Yo no entiendo, hay mucha gente
que festeja estos dislates,
¡linda sarta de pajuates!
en lugar de protestar,
de indignarse y reclamar
hasta aplauden dicho embate.